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Preguntas Frecuentes

Audiología Integral

Esto depende del grado de pérdida auditiva. Hoy en día, existen muy pocas pérdidas auditivas que no se puedan aliviar con la tecnología moderna. Los niños con pérdidas auditivas, mediante la asistencia y tecnología adecuadas, pueden casi siempre escuchar conversaciones, así como otros sonidos de nuestro bullicioso mundo.

Si está preocupado por la audición de su hijo, aunque su hijo ya se haya sometido a un test de audición, es importante que busque ayuda tan pronto como sea posible. Acuda a su médico de cabecera y pídale que le derive a un centro especializado (como la clínica de Otorrinolaringología local), de forma que pueda evaluar la audición de su hijo. Recuerde que los resultados de muchos niños cuando presentan pérdidas auditivas son mejores que nunca.

El oído presenta tres partes principales: el oído externo, el oído medio y el oído interno. El oído externo (la parte que se ve) se abre al conducto auditivo. El tímpano separa el conducto auditivo del oído medio. Los huesecillos de oído medio ayudan a transferir el sonido al oído interno. El oído interno contiene el nervio auditivo, que se dirige al cerebro. Cualquier fuente de sonido envía vibraciones u ondas sonoras por el aire. Estas se canalizan a través de la apertura del oído por el conducto y golpean el tímpano, lo que le hace vibrar. Las vibraciones se transmiten a los huesecillos del oído medio, que las transmite a la cóclea y al nervio auditivo del oído interno. Aquí, las vibraciones se convierten en impulsos nerviosos y se transmiten directamente al cerebro, que interpreta los impulsos como sonidos (música, voces, el claxon de un coche, etc.). El cerebro es la parte más importante del mecanismo de la audición.

La pérdida auditiva puede ocurrir en el oído externo, medio o interno, o en el cerebro. Cuando se produce una pérdida auditiva, normalmente se determina mediante los resultados de los distintos tests de audición. También es posible utilizar procedimientos de laboratorio y de rayos X para determinar dónde se ha producido la pérdida auditiva.

El sonido se produce en diferentes tonos llamados «frecuencia» y en diferentes potencias denominadas «intensidad». La unidad de medida para la frecuencia es el hercio (Hz) y la de la intensidad es el decibelio (dB). El rango de tonos que oímos incluye frecuencias bajas (250 Hz) y altas (8.000 Hz). El rango de intensidades que oímos va de 0 dB (sonido muy suave) a 120 dB (sonido muy alto). Un test de audición es una medición de lo suave que oímos en cada tono o frecuencia.

Un audiograma es un gráfico que muestra el nivel más suave que podemos oír en cada frecuencia desde los 250 hasta los 8.000 Hz. La audición se considera normal para cada frecuencia si se sitúa por encima de los 20 dB en el audiograma. Existe una pérdida auditiva en un tono concreto o rango de frecuencias, si el nivel más suave que oímos se sitúa por debajo de los 20 dB en el audiograma.

Los sonidos del habla se producen a frecuencias diferentes. La mayoría de las vocales se producen en frecuencias bajas y la mayoría de las consonantes en frecuencias altas. En general, las vocales se pronuncian a mayor intensidad que las consonantes. Si la pérdida auditiva se produce en las frecuencias altas, resulta más difícil o imposible oír las consonantes. El rango de frecuencias que normalmente se conocen como frecuencias del habla es 500-4.000 Hz. Las frecuencias del habla son importantes porque necesitamos oír las conversaciones para aprender el habla y el lenguaje. Si se produce una pérdida auditiva en este rango, interfiere en la capacidad de escuchar el habla, desarrollar el habla y el lenguaje y comunicarse.

El grado de pérdida auditiva hace referencia a la gravedad de la pérdida auditiva. En el caso de los niños, la audición se describe normalmente mediante el nivel de audición medio. Rango normal o sin pérdida: – 10-15 dB

Pérdida ligera/mínima = 16-25 dB
Pérdida leve = 26-30 dB
Pérdida moderada = 31-50 dB
Pérdida moderada/grave = 51-70 dB
Pérdida grave = 71-90 dB
Pérdida profunda = 91 dB o más

Es posible que su bebé presente algún grado de pérdida auditiva, si muestra los comportamientos siguientes:

No se sobresalta, mueve, llora ni reacciona de ningún modo a ruidos altos inesperados.
No se despierta por ruidos intensos.
No gira su cabeza en la dirección de su voz.
No imita libremente el sonido.

Es posible que su hijo presente algún grado de pérdida auditiva, si muestra los comportamientos siguientes:

Respuestas contradictorias a los sonidos.
Desarrollo retardado del lenguaje y del habla.
Habla no clara.
Volumen alto en la tele, la radio o el reproductor de CD.
No seguimiento de instrucciones.
Uso repetido de «¿eh?»
Ausencia de respuesta cuando se le llama.

El oído presenta tres partes principales: el oído externo, el oído medio y el oído interno. El oído externo (la parte que se ve) se abre al conducto auditivo. El tímpano separa el conducto auditivo del oído medio. Los huesecillos de oído medio ayudan a transferir el sonido al oído interno. El oído interno contiene el nervio auditivo, que se dirige al cerebro. Cualquier fuente de sonido envía vibraciones u ondas sonoras por el aire. Estas se canalizan a través de la apertura del oído por el conducto y golpean el tímpano, lo que le hace vibrar. Las vibraciones se transmiten a los huesecillos del oído medio, que las transmite a la cóclea y al nervio auditivo del oído interno. Aquí, las vibraciones se convierten en impulsos nerviosos y se transmiten directamente al cerebro, que interpreta los impulsos como sonidos (música, voces, el claxon de un coche, etc.). El cerebro es la parte más importante del mecanismo de la audición.

La capacidad de hablar depende del nivel de pérdida auditiva. Muchos niños con pérdidas auditivas desarrollan un habla y lenguaje adecuados si reciben la asistencia apropiada. Lo más importante es una identificación precoz de la pérdida auditiva y una intervención adecuada. Su niño debe exponerse al habla tan pronto como sea posible.

La respuesta aplastante es «sí». Con la amplificación y el soporte adecuados, los niños hipoacústicos pueden aprender a balbucear, hablar, hacer amigos, ir a la escuela o universidad y hacer cualquier otra cosa que pueda hacer una persona sin problemas de audición. A menudo surgen desafíos en el camino, pero hoy en día los niños hipoacústicos tienen un futuro prometedor.

Si está preocupado por la audición de su hijo, aunque su hijo ya se haya sometido a un test de audición, es importante que busque ayuda tan pronto como sea posible. Acuda a su médico de cabecera y pídale que le derive a un centro especializado (como la clínica de Otorrinolaringología local), de forma que pueda evaluar la audición de su hijo. Recuerde que los resultados de muchos niños cuando presentan pérdidas auditivas son mejores que nunca.

La pérdida auditiva en los niños es mucho más habitual de lo que se pueda pensar. Hay 170 millones de niños hipoacústicos en todo el mundo que van a necesitar asistencia durante toda su vida (OMS, 2002). La pérdida auditiva afecta a 1-3 niños de cada 1.000 nacimientos y es el desorden sensorial congénito más habitual. Este número aumenta a medida que incluimos pérdidas auditivas conductivas, como las provocadas por el fluido del oído medio.

La parte del cuerpo que controla las características únicas de cada persona es un gen. Los genes determinan el color del pelo y de los ojos. Una pérdida auditiva genética está provocada por la información contenida en los genes. Existen distintos tipos de pérdidas auditivas genéticas.

Existen dos tipos de pérdidas auditivas genéticas. Un 66% de las pérdidas auditivas genéticas no están relacionadas con síndromes. El 34% están relacionadas con síndromes. Una pérdida auditiva no sindrómica significa que la pérdida auditiva se produce sin intervención de otros sistemas del cuerpo. Una pérdida auditiva sindrómica significa que la pérdida auditiva se produce en combinación con un conjunto reconocido de características.

La pérdida auditiva no sindrómica es un patrón heredado de pérdida auditiva que tiene lugar en el parto o en los meses. El tipo más común de pérdida auditiva genética no sindrómica se denomina Connexin 26 y se detecta mediante un análisis de sangre. Existen muchos otros genes que producen una pérdida auditiva y que no son tan fáciles de detectar.

Un síndrome es un conjunto reconocido de características que se producen de forma simultánea. Los síndromes se denominan normalmente con el nombre de la persona que los describe en primer lugar.

Las características de la pérdida auditiva dependen del síndrome. Algunos síndromes se asocian a la pérdida auditiva conductiva. Otros síndromes se asocian a la pérdida auditiva neurosensorial o mixta. El grado de pérdida auditiva también depende del tipo de síndrome. Lo que es más importante, los síndromes son un conjunto de características que afectan otras partes del cuerpo. Las otras partes del cuerpo que normalmente se ven afectadas son los ojos, la cara, el corazón, los huesos y los riñones.

Algunas veces no hay motivos para sospechar que existe una pérdida auditiva. Simplemente el oído no tiene la forma adecuada. La parte externa del oído puede no existir o ser deforme. El conducto auditivo puede ser deforme o estar cerrado. El oído interno formado por la cóclea puede ser deforme. El bebé puede haber nacido con un nervio auditivo pequeño o sin él. No siempre es posible determinar si estas anomalías son genéticas o no. En el futuro, es posible que haya tests que ayuden a proporcionar esta información.

Algunos antibióticos que pueden provocar una pérdida auditiva son la gentamicina, tobromicina, canamicina y estreptomicina. Los medicamentos como la dopamina o la furosemida utilizados para tratar la falta de oxígeno también están vinculados a la pérdida auditiva. Otros medicamentos que pueden provocar una pérdida auditiva son los utilizados para el tratamiento del cáncer, como el cisplatino. Si su bebé está muy enfermo y se encuentra en la unidad de cuidados intensivos neonatales, solicite a su médico que le mantenga informado sobre los medicamentos y los posibles efectos secundarios del tratamiento.

La ictericia es una tonalidad amarilla de la piel relacionada con niveles elevados de la bilirrubina. La enfermedad se conoce como hiperbilirrubinemia. Su tratamiento incluye un tratamiento suave que puede incluir una exanguinotransfusión. Cerca del 20% de los bebés que necesitan estas exanguinotransfusiones desarrollan una pérdida auditiva.

A veces, los bebés prematuros y con un peso extremadamente bajo al nacer presentan dificultades para respirar con normalidad. Esto se conoce como hipertensión pulmonar persistente. El tratamiento por hipertensión pulmonar persistente puede ser por intubación, ventilación u oxígeno. Se ha asociado la pérdida auditiva a estos tratamientos. Los bebés con hipertensión pulmonar persistente están extremadamente enfermos y precisan un tratamiento conocido como oxigenación por membrana extracorpórea. Hasta un 50% de los bebés que sobreviven al tratamiento desarrollan una pérdida auditiva. A menudo se desarrolla tras abandonar el hospital. Es importante que estos bebés se sometan a evaluaciones auditivas regulares hasta los tres años de edad como mínimo.

Algunas enfermedades comunes asociadas a la pérdida auditiva incluyen el citomegalovirus, herpes símplex, rubeola, sífilis, toxoplasmosis y varicela.

CMV es un virus muy común. Cerca del 3% de los bebés nacen con este virus. Muchos no presentan síntomas. Un pequeño porcentaje de los bebés nacidos con el CMV presentan síntomas. De los que presentan síntomas, cerca del 50% nacen con pérdidas auditivas o las desarrollan.

El herpes símplex es un virus que se transmite de la madre al hijo durante el parto. Muchos bebés nacidos con herpes desarrollan una combinación de problemas neurológicos y pérdida auditiva.

La rubeola es un tipo de sarampión. Si una madre padece rubeola durante el primer trimestre, puede provocar problemas cardíacos y oculares, así como una pérdida auditiva. La rubeola era una causa común de pérdida auditiva antes de que su vacuna estuviera disponible. Ahora es una causa relativamente poco común.

La varicela se transmite al bebé durante los dos primeros trimestres de gestación. Las características de la varicela incluyen problemas de audición, cutáneos, oculares, óseos y neurológicos.

La sífilis es una enfermedad bacteriana transmitida al bebé durante la gestación. Los bebés nacidos con sífilis presentan problemas dentales, óseos, oculares y neurológicos, además de la pérdida auditiva.

La toxoplasmosis es una infección parasitaria. Se transmite de madre a hijo durante la gestación. El parásito afecta al cerebro, los ojos y los oídos. Los bebés nacidos con toxoplasmosis normalmente no presentan síntomas al nacer. La pérdida auditiva se desarrolla en cerca del 10% de los bebés infectados.

La meningitis es una enfermedad que se contrae tras el nacimiento. Es una enfermedad o inflamación de las meninges o revestimiento del cerebro. Puede provocarla una bacteria o un virus, y puede resultar en una pérdida auditiva neurosensorial. La disponibilidad de la vacuna ha reducido la incidencia de algunos tipos de meningitis.

La exposición del feto al alcohol durante la gestación puede provocar una pérdida auditiva conductiva o neurosensorial. Otras características son el desarrollo lento del crecimiento, la deformación facial y los desórdenes del comportamiento.

La medicación tomada por la madre durante el embarazo puede provocar una pérdida auditiva. La trimetadiona se utiliza para tratar apoplejías y puede provocar una pérdida auditiva si la madre la toma durante el embarazo. Otras medicaciones que se sabe que pueden provocar una pérdida auditiva neurosensorial son el ácido acetilsalicílico, aminoglucósidos, neomicina, nortriptilina, quinina, estreptomicina, talidomida, vancomicina y viomicina.

El envenenamiento por plomo lo provoca la exposición a pintura con una base de plomo. Este tipo de pintura solía utilizarse de forma habitual y es probable que todavía exista en algunas casas antiguas. Los bebés que ingieran lascas de pintura con plomo pueden sufrir este envenenamiento. Provoca daños cerebrales y pérdida auditiva.

Un traumatismo es un daño o lesión accidental. Las pérdidas auditivas en niños pueden estar provocadas por traumatismos u otros tipos de daños en el oído.

Los bebés que nacen con un acueducto vestibular grande tienen muchas posibilidades de sufrir un traumatismo careneoencefálico. En estos bebés, un traumatismo craneoencefálico leve puede inducir a una pérdida auditiva permanente o empeorarla. Un traumatismo craneoencefálico puede provocar que los huesecillos del oído medio se rompan. Los traumatismos craneoencefálicos graves pueden provocar una fractura del hueso temporal con la consiguiente pérdida auditiva.

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